jueves, 21 de enero de 2016

UNA TARDE COMPARTIENDO EN EL CLUB EL LECTOR






La conclusión generalizada después de la reunión de ayer fue que El señor de las moscas es una gran metáfora sobre la civilización que debe obligarnos a tener presente la importancia y, al mismo tiempo, la fragilidad de nuestras normas de convivencia. Necesitamos normas, pero también es vital que participemos en la confección de las mismas. Necesitamos un cierto liderazgo de personas que den un paso al frente en los proyectos, pero también necesitamos que esas personas estén revestidas de unas cualidades especiales, de unos principios, sin perder de vista que el papel de todos es importante. El debate en torno a las diferentes lecturas implícitas en el texto fue incorporando a la reflexión cuestiones de suma trascendencia: ¿Puede legitimarse el uso de la violencia en situaciones extremas, cuando la supervivencia está en juego? ¿Cuáles son los peligros de optar por la competencia frente a la cooperación? ¿Qué implica la elección o no del sacrificio por un ideal frente a la satisfacción de las necesidades inmediatas? No se trataba, desde luego, de una típica lectura escolar en la que se filtraran más o menos los temas con una propuesta amable o de carácter didáctico. Este libro se caracteriza ante todo por presentar la vida en toda su crudeza. Lo extremo de las situaciones que en él se dan obliga a posicionarse, a tomar partido, a reaccionar. En este sentido, el debate cumplió sobradamente las expectativas. Durante más de dos horas, nuestros miembros del club defendieron apasionadamente sus posturas, sus ideas, asumiendo en todo momento las implicaciones de unos argumentos construidos con notable madurez. Sin duda, una experiencia intensa presidida por el respeto a la palabra, a la diferencia. Un auténtico placer compartido que habrá que repetir. Gracias a todos por vuestra entrega. Hasta la próxima.